El 31 de mayo último fue el primer cumpleaños de Juan Carlos Copes sin su presencia física entre nosotros, pero ha dejado una huella indeleble en la historia del tango-danza. Fue un artista visionario, creativo y consecuente con su pasión por el 2X4.
Como el año pasado, este 31 de mayo de 2021 el teléfono de su casa de Ramos Mejía no habrá dejado de sonar. Porque como dice el poema español: “Aunque me voy, no me voy/aunque me voy no me ausento/ porque me voy de palabra, pero no de pensamiento”. Se cumplieron 90 años del nacimiento de Juan Carlos Copes y aunque ya no esté fisicamente entre nosotros, toda su vida dedicada al tango es una huella indeleble en la historia del tango danza. Y aún más: diría yo en la historia de la danza popular argentina. “Querida, gracias por tu saludo… Te dejo porque estoy atendiendo llamados desde las 11 de la mañana, durante todo el día he recibido saludos y la verdad estoy un poco cansado”. Así me decía Copes el 31 de mayo de 2020. Agradecido y modesto, rodeado de su familia. Lo habían llamado desde España, desde varias ciudades de la Argentina y el resto del mundo, lo felicitaban por las redes sociales y estaba feliz. El gran bailarín, coreógrafo y productor, que con su ímpetu e inspiración supo elevar una danza social al rango de tango-escenario fue un visionario excepcional. Como dijera Junior Cervila: “Copes nos regaló una profesión a todos los bailarines”. Es que no solo impuso un estilo nuevo y propio de baile sino también un rubro inexplorado hasta entonces dentro del espectáculo. Luego de sus inicios en las milongas de los barrios porteños, llegó al fin la oportunidad de convertirse en profesional trabajando junto al empresario teatral Carlos A. Petit en la calle Corrientes y nunca más dejó de trabajar, de crear, de montar espectáculos, armar giras… “He recorrido el mundo bailando tango, pero como decía Troilo: siempre estoy llegando. Mi lugar en el mundo es Buenos Aires”, afirmaba. Así fue y así será por siempre. El alma de Copes estará en el aire, las calles, las milongas, la música de Buenos Aires. En cada nota de un bandoneón. En cada abrazo milonguero y en cada bailarín que haga honor a nuestro baile como lo hizo él. Felices 90 años querido Maestro, usted que amó el tango con la mente, el corazón y los pies. Con cada célula de su ser. Eternamente, feliz cumpleaños.