Está orgullosa de que su abuelo sea cábala de la suerte. “Antimufa”, para los músicos. No es para menos, se trata de Don Osvaldo Pugliese. Su infancia y toda su vida estuvo sumergida en música, entre tangos y compositores clásicos. Hoy, su casa en Luján es su lugar en el mundo, donde la música es arte y parte. Carla Pugliese es cuarta generación de músicos. Su bisabuelo, Adolfo Pugliese, su abuelo y su madre Beba Pugliese le legaron su innata vocación de artista: compositora, pianista, bandoneonista y letrista.
Repasando sus trabajos, Carla grabó Ojos verdes cerrados, en Tokio hizo su segundo disco La Vida y la Tempestad (en vivo), álbum que resultó ganador del Premio Gardel en la categoría Tango Revelación. Grabó luego Eléctrica y Porteña, tema nominado a los premios Gardel y Milonga Sola, donde grabó piano y bandoneón solista, y que estrenó en Basilea Suiza Oster Tango Festival, en Francia e Italia.
En estos días se presentó en Uruguay y está planificando una gira por Europa para el 2024. Acaba de lanzar su nuevo álbum, esta vez con la particularidad de que utilizó el mítico bandoneón de Aníbal Troilo: “El Rescate de Luz”, que ya está disponible en Spotify, Amazon, Apple y el sello Faro latino.

¿Cuál es tu primer recuerdo del tango?

¿Mi primer recuerdo de tango?…Es Gardel. Me acuerdo que a los 9 años cantaba Volvió una noche. Y mi mamá me despertaba cuando me levantaba para ir al jardín con ese tango. Después, era muy fanática de Tita Merello. Me encantaba su fraseo.

¿Te sentías diferente al resto de los chicos? Porque naciste en un hogar de artistas…

Si, porque yo ya sabía lo que quería ser cuando fuera grande, y ellos no. Quería ser pianista y tocar mi propia música. Había que estudiar mucho, mucha disciplina y horas y horas de estudio. Mucho perfeccionismo.

¿Nunca te rebelaste diciendo esto no es para mí?

No. ¡Esto era para mí! (sonríe).

¿Cuál fue el consejo que mejor te sirvió de parte de tu familia?

Primero, estudiar mucho. Para mi familia saber era muy importante. De mi abuelo lo que aprendí fue el método de composición. Lo aprendí viéndolo a él cuando era chiquita. El escribía las hojas pentagramadas sin ayuda del piano ni de ningún instrumento. Porque era sordo, él escuchaba la música adentro de su cabeza y la escribía. Yo lo miraba mientras él escribía música. Y yo lo llevaba al piano y tocaba. El se quedaba petrificado, decía que yo tenía “dedos de oro”. Y mi mamá me enseñó muchísimo la técnica Scaramuzza. Pero el talento es el 1% y el resto trabajar. Mi abuelo componía hasta dentro de la cárcel. Nunca dejó de practicar composición. Todos los días. Y yo me siento más compositora que pianista y bandoneonista.

Tu música tiene un estilo que te identifica. Eso es muy bueno.
A los 6 años yo sabía que iba a tocar mi música, y hubo un choque porque mi mamá quería que sea concertista y yo componía y componía. Y cuando saqué “Ojos verdes cerrados”, hubo como un crack. Se lo traje, lo escuchó y nunca más me dijo nada.

Mirando para atrás, ¿cómo ha sido tu camino, tu esfuerzo, a pesar de ser “la nieta de” y “la hija de”?

Pasaron muchas cosas. Giras a Europa, muchos choques con alguna gente, más bien con el tanguero cerrado, pero no con el público. La gente me escucha treinta temas y me pide un bis. Me tocan las manos… El camino fue duro porque yo tocaba lo que a mí me gusta, entonces no negociar con el tango for export me cerró algunas puertas. Me gustan los desafíos musicales. Sentir el tema primero dentro de mi corazón, entonces recién ahí lo puedo tocar. Es decir,llegué al nivel de tocar lo que quiero, lo que siento. Me costó mucho porque las emociones que hay que transmitir son muy complejas. Por ejemplo, el tango Nostalgias es muy complejo, no solo por los saltos melódicos que tiene y los intervalos de notas sino por las emociones intrincadas que son muy profundas.
Hasta llegar a El rescate de Luz fueron muchos años de tocar el bandoneón, me quería perfeccionar en el fraseo, en la interpretación de las letras. Mi primer tango fue Ojos verdes cerrados, En pandemia compuse un montón: Barusa en el 2020,Café irlandés en 2021 y El rescate en 2023.

Y, ¿cuándo surgió la idea de grabar con el fuelle de Troilo?

Me llamaron para la presentación de un libro sobre la historia del tango en la Academia, y ahí la escritora, Paulina, me propuso la idea. Y después yo le propuse al nieto de Troilo, Francisco Torné, y me dijo que sí. Grabé en un estudio de Villa Ortuzar. Primero grabé los pianos y despuéslos bandoneones. Y entonces apareció Camila Arriva, de la orquesta Mujeres, y grabamos de una los dos temas, uno de ellos La del naso contra el plato que lancé en forma digital el 24 de noviembre último.

¿Qué diferencia sentís frente al piano y con el bandoneón?
Son cosas diferentes, se hacen cosas distintas, pero emocionalmente me puede más el bandoneón. La respiración del fuelle me encanta, pero lo que más me gusta es cómo puedo frasear.